Frenesí
Por Camila Proaño
Capítulo 1 -Estoy bien ,soy Alicia
Alguna vez alguien dijo “huye de tu pasado”, pero prefiero huir del presente acechado por un cielo grande y majestuoso que se cae poco a poco ante mis ojos. El mismo cielo que me vigila incansablemente y sin sentido alguno. Siento su hacha en mi espalda de nuevo, mientras camino entre todos y al mismo tiempo entre nadie. La burguesía y su codiciada pirámide siguen apoderándose de mi falta de estribos, devorando mi fe, esperando impacientemente el momento en que mi cabeza ruede por el suelo para así adueñarse de mis pensamientos impuros que corren por mi masa cerebral con la misma ansiedad con la que los feroces lobos aúllan a la luna cada noche. La oscuridad de esos aullidos es casi palpable, pero resultan más reconfortantes que idealizar el odio que se olfatea en cada individuo de esta sociedad mundana, llena de leyes, pero sin justicia, de palabras vacías, pero sin aliento, de cadáveres, pero sin responsables, de violencia justificada y de incendios mentales.
A veces pienso en desaparecer en el aire al igual que aquellas semillas de girasol que brotan por el campo y se pierden como aguja en un pajar, o simplemente pertenecer a esa estadística sin resolver que atormenta a la policía, esa que demanda un hechizo de corrupción y testigos poco fiables para hacerse realidad. Tal vez mi hada madrina debió abandonarme en otra estación, darme ese vestido disfrazado de una falsa oportunidad para encontrar a ese príncipe azul que sería mi salvación.
Pero ahora no puedo desaparecer, solo debo aislar mi locura y decir con calma a quien se acerque : Estoy bien, soy Alicia.
Capítulo 2 -Perfidia
El día era como cualquier otro, uno que no empieza con el “Era hace una vez” que me contaba mi padre cuando era apenas una niña, pero si con el murmullo de los fantasmas del ayer. El escenario era el mismo en el mundo, las calles desoladas, ya no existía seguridad en los abrazos y calidez en los besos. Las autoridades afirmaban que miles de personas se habían contagiado de la nueva pandemia que al igual que la vivida hace una década ,llamada Covid-19 ,cobrará centenares de vidas. Pues si, la pandemia nueva producida por el desequilibrio de la psique humana se apodera de todos, de quienes sufren y de quienes no. Está fue nombrada frenesí, debido a su similitud con la esquizofrenia. A diferencia de la pasada es reconfortante, solo produce delirios y alucinaciones fantásticas que mutilan el cuerpo,a la vez que alimentan el cerebro y desconectan por fin al alma de esta versión retorcida del mundo.
Como en toda pandemia existen reglas : No salir de casa.Todo posible contagiado deberá ser aislado y no deberá tener contacto con nadie. Quien padezca de frenesí será rehabilitado.
No entiendo cómo el gobierno puede considerar a la locura una enfermedad y como la ignorancia cree que esta se contagia al tocar a un infectado. Es imposible volverse esquizofrénico de un día para otro al menos que tu mente así lo deseo o ese germen ya esté en tu cabeza.
En fin, ese día solo quería salir de mi habitual encierro y gritar: -Soy Alicia, soy Alicia y nada está bien-. Aunque deseaba hacerlo, no me lo permitía,solo me mantenía cuerda y sobria salvándome de mi propio infierno llamado Byron.
Capítulo 3 -Byron
Esperaba a Byron en el mismo sofá de terciopelo rojo en el que leíamos una novela romántica cada domingo juntos.Él es simplemente mi mayor delirio, nadie lo ve, solo yo puedo apreciarlo. Está en mi cabeza todo el tiempo diciéndome que hacer, mintiendo, robando mis últimos suspiros y adueñándose de cada cicatriz de mi querer compulsivo.
Mientras esperaba su presencia, pensaba en la catástrofe que vivían los infectados y en que no me molestaría calcinar mi cerebro para simplemente poder olvidar y así por fin perdonar. Olvidar todo, olvidar las palabras hirientes que me convirtieron en lo que soy y aprender ha amar sin rencor. Pensaba en él y lo orgulloso que estaría al ver mi mejor versión y que no me importaría volver a nacer para demostrarlo. Pero los errores te consumen y vivir una vida que no es tuya te destruye.
Después de dar vueltas y vueltas a lo que significa realmente existir como alguien y no como algo, recibí un mensaje. Me senté para leerlo. En el había una imagen distorsionada de un paisaje de tono grisáceo con muchas figuras que parecían unirse y separarse a la vez. Me adormeció por un momento, luego del mensaje salió una voz profunda que recordaba suministrar el medicamento.
Justo en el momento en el que empecé a buscar aquel medicamento llegó Byron gritando que me detenga. Me detuve como congelada y Byron repetía a mi oído que corriera, que dejara todo y no viera atrás, que huya con él a algún lugar donde seamos libres y el verano durará para siempre. Advirtió que se iría conmigo o sin mi.
No podía imaginar una vida sin él, así que me acerque despacio y con temor a la puerta. La abrí y sentí la brisa del exterior. Respiré profundo y corrí como debía haberlo hecho hace diez años, como si de eso dependiera mi vida.
Y en ese instante grité hacia ese cielo que me había atormentado toda mi vida:-Púdrete pandemia, púdrete destino-
Capítulo 4 -El cuarto
Frene al ver una casa de color ladrillo con un árbol de lima en la entrada e inmediatamente reconocí mi hogar. Entre a el como si fuera un día cualquiera y nunca me hubiera ido, con la esperanza de que quien estuviera dentro no me abandonara como en el pasado lo hizo mi confianza. Estaban todos, mis padres, mis hermanos y mis abuelos, asombrados de verme. Se veían como zombies, salivaban mucho, sus ojos estaban vacíos y su seño de desaprobación no había cambiado. Antes de que pudiera pronunciar una palabra sentí en mi cuerpo una corriente eléctrica y me desplome en el piso.
Así desperté aquí, en un cuarto polvoriento del sótano pintado de un irritante color amarillo y sellado con varas metálicas para evitar mi escape. Está cubierto de colchones y no hay ventilación, ni luz. Siento la taquicardia en todos mis músculos, siento que soy agua y me desvanezco entre los dedos. Mis manos están atadas, solo puedo mover mis pies, mi respiración es lenta tan lenta que apenas puedo percibir que respiro.
Capítulo 5 -Ahora
La melancolía de recordar es tan traicionera como esa lágrima desperdiciada que se va con la brisa del estío y se esparce por los pómulos, pero no llega al corazón. Esa que sirve de imagen exterior frente a ese sol fatigado que trae desdicha y temor a su paso hacia el anochecer. Solo imagino que camino en cierta dirección arenosa y consumida, desconocida por mis pupilas, pero conocida por un futuro pintado de magenta y del más lúgubre gris de la misma manera en la que un pincel coloreo a Pompeya. No siento moverme, estoy encadenada a la conciencia de quien me trajo a este lugar como Perséfone lo estuvo a su propio síndrome llamándolo Estocolmo; quiero estar con Hades, pero él huyó abandonando mis lívidas facciones aquí.
Estoy encarcelada. Ellos piensan que estoy contagiada de frenesí. Tienen miedo de lo que podría llegar a hacer, los comprendo, pero yo no estoy enferma. Ahora creo que nadie lo está realmente, solo estamos dañados. Y entiendo que no quieren que compartamos la misma sangre, pudrirse al igual que yo, únicamente quieren sobrevivir, pero ¿por qué sostenerse de la vida de esa manera?
Cada cierto tiempo una voz me pregunta -¿Estás bien?- y no puedo contestar, no tengo ya voz. Esa maldita pregunta desata mi furia y empiezo a golpearme contra toda las paredes hasta sangrar e incluso trató de quebrar mis huesos para así al menos tener un lugar de mi cuerpo muerto y sin el dolor que siento. A veces, imagino que estoy dentro de una pesadilla y me río sola a carcajadas pensando en que todo desaparecerá cuando despierte.
Han pasado días y mis ojos siguen vidriosos. Mis pensamientos gritan en mi cabeza y no me dejan descansar.
Ahora solo espero que él me salve.
Capítulo 6 -Frenesí
Me desmayo constantemente y sigo esperando que el frenesí se apiade de mi y entre en mi cuerpo vulnerable. Sigo mostrando resistencia hacia ese matiz amarillo de la habitación recordándome que nada es verdadero y nada absolutamente nada es real. Solo sigo esperanzada en que un buzo me encuentre como núcleo de su mar, que el viento choque mi columna como lo hace con las ramas de un árbol marchito, que el criminal que llevo dentro asfixie sin temor alguno al juzgado que lo declara culpable de sus cargos, y que el ciclo atraiga mi destino al igual que un imán atrae al metal. Si el destino se atrae ¿porque me anclaría a mi fin? Tal vez, solo para evitar ese caballo en llamas en mi entrada que planea mi sabotaje en el más frío silencio, y porque mi piel añora extraviarse en el papel y convertirse en un escrito sofisticado de algún tintero chino con la más delicada tinta. Un escrito que describa el olor de la canela en mi te, los besos irreales en mis labios, las risas sofocantes, las fotos en blanco y negro guardadas en mi cabeza y lo gratificante que es ver esos ojos, que me reflejan de la misma manera que yo a ellos.
Después de tanto divagar, mientras golpeaba mi rostro contra un filo de la pared, lo vi sentado frente a mí. La sangre que bajaba de mi ceja obligo a mis ojos cerrarse y ahí fue cuando escuche esa voz que tanto añoraba oír. Mi mente en negro, mi corazón paralizado y él susurrando a mi lado. Dijo -¿Alicia estás ahí?, soy Byron -
Al escuchar eso me levante como si la vida volviera a mi cuerpo y él quitó el alambre que ataba mis manos. Al fin pude sentir la circulación en todo mi cuerpo y exhalé como si nunca lo hubiera hecho en toda mi vida.
Byron me abrió la puerta del sótano y corrí en la casa buscando la salida. Me detuve en un espejo, pero no vi mi rostro ensangrentado, el reflejo era el de Byron. Le sonreí y él me sonrió. Y al fin el me pregunto -¿Estas bien?- y yo le respondí -Soy Alicia, siempre estoy bien-.
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